Alimentación en Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII)

La EII no es una enfermedad en sí misma. Si no que hace referencia a un conjunto de enfermedades, destacando principalmente la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa y la colitis indeterminada.

Tras el diagnóstico de estas enfermedades y el seguimiento del tratamiento farmacológico pautado a nivel médico, no debe dejarse de lado el tratamiento nutricional.

En las EII dicho tratamiento puede variar en función de la fase de la enfermedad en la que se encuentre el paciente. Así, podemos diferenciar:

Alimentación durante brote severo:

Indicada en pacientes con episodios diarreicos abundantes, con sangre y moco y dolor severo tras haber ingresado por complicaciones propias de la enfermedad. Caracterizada principalmente por un bajo contenido en lactosa, exenta de fibra (excepto algunos cereales, patatas y frutas de bajo contenido en fibra) y controlada en grasas trans (evitando bollería, pastelería, precocinados…).

Alimentación durante brote moderado:

Indicada en personas con brote moderado tras haber tolerado la dieta del brote severo. La alimentación para esta fase cumple las misma características que la anterior. Aún sí, es algo más permisiva introduciendo de forma gradual la lactosa.

Alimentación durante brote leve:

Indicada en aquellas personas que sufren un brote de intensidad leve tras haber tolerado la dieta del brote severo y/o moderado. A las pautas propias del brote moderado introducimos la ingesta de alimentos con fibra soluble, poca insoluble y residuos. Siendo siempre controlada en grasas tipo trans,

Alimentación durante fase de remisión:

Indicada en aquellas personas con EII pero que no están sufriendo ningún tipo de brote. Se trata más que de una dieta en sí misma de recomendaciones generales que deberán seguirse hasta lograr una alimentación adecuada para el paciente.

Durante dicho período y tras el mismo deberemos tener en cuenta las siguientes directrices:

  • Seguir una dieta equilibrada puesto que las recomendaciones nutricionales son las mismas que las de la población sana.
  • Valorar de forma individual aquellos alimentos que, pese a estar recomendados para la población general, no sean tolerados. Los cuales deberán reducirse o eliminarse (según tolerancia) de la alimentación diaria del paciente.
  • Introducir los alimentos de forma progresiva tras un brote suave.
  • Consumir las verduras preferiblemente cocinadas.
  • Utilizar técnicas de cocción suaves como horno, vapor, plancha, papillote…
  • Dedicar tiempo a las comidas y masticar bien los alimentos.
  • Beber preferentemente entre las comidas.
  • Realizar cinco tomas al día.
  • No tumbarse inmediatamente después de una toma.
  • Evitar el consumo de alcohol y alientos irritantes.