Recomendaciones en dietas de protección biliar

La vesícula biliar es un órgano en forma de bolsa situado debajo del hígado en el cual se almacena la bilis producida por el mismo. Su labor, de forma general, podríamos definirla como la colaboración en la digestión de las grasas.

Las enfermedades de la vesícula biliar están a la orden del día. Podemos destacar la inflamación de la vesícula biliar o colecistitis y la presencia de cálculos biliares o colelitiasis. El tratamiento de dichas enfermedades es principalmente médico, sin embargo, en la mayoría de casos va acompañado de un tratamiento nutricional, el seguimiento de una dieta de protección biliar.

En cuanto a las recomendaciones a la hora de seguir una dieta de protección biliar debemos tener en cuenta diferentes aspectos:

  • En relación a la grasa: evitar todos los alimentos grasos (pescado azul, carne roja, embutido, huevo, frutos secos…). Se permite sin embargo consumir aceite de oliva cuando éste sea crudo y en cantidad reducida (sin superar las 2 cucharadas soperas al día).
  • Hablando de hidratación: beber agua templada o caliente (en infusión) y preferiblemente fuera de las comidas (siempre en cantidad adecuada).
  • En cuanto a las comidas: evitar el picante, alimentos que produzcan gases o estreñimiento y no realizar comidas copiosas.
  • Evitar completamente el alcohol.
  • Durante la comida: comer despacio, trocear bien los alimentos y masticarlos correctamente.
  • Después de la comida: tomar una infusión suave y caliente como una tila o una manzanilla. Hacer reposo pero sin dormirse ni estar tumbado después de cada toma.
  • En cuanto a las especias: Se permite aderezar las comidas con limón. Se recomienda no utilizar otras especias más fuertes.
  • Evitar los alimentos “prohibidos”. No consumir los caldos grasos, los pescados azules, las carnes rojas, los embutidos, las conservas, los mariscos, los moluscos, los crustáceos, las legumbres enteras (tomarlas trituradas y tamizadas a ser posible), los huevos, los lácteos no desnatados, las salsas, los salazones y algunas frutas como la manzana cruda, el plátano y las frutas ácidas y poco maduras.

Finalmente, podemos observar cómo el tratamiento nutricional va de la mano del tratamiento médico. Por lo tanto, no dude acudir a un profesional siempre que lo necesite.